Es la primera vez que una mujer consigue asumir la presidencia en un país de Norteamérica. En la madrugada de este domingo, después de analizar los votos electorales, los mexicanos eligieron como mandataria a Claudia Sheinbaum.
A las puertas de sus 62 años, la presidenta tiene título de Física, un Máster en Ingeniería y un Doctorado. Pero además es madre y abuela, otros títulos nada despreciables que se suman a la gran victoria como jefa política de un país.
Sin dudas, lo suyo fue un triunfo feminista sobre más de 200 años de triunfos masculinos en la candidatura. Es así que, en los próximos seis años, México no solo tendrá una primera dama, sino un “primer caballero”. A su esposo, Sheinbaum, lo conoció durante sus años universitarios y empezaron juntos una relación en 2016, después de que ella pusiera fin a su matrimonio de 30 años con el padre de sus dos hijos. Y también el abuelo de su único nieto.
El pequeño que roba el corazón de la actual Jefa de Gobierno es hijo de Rodrigo Ímaz Alarcón, quien a pesar de no haber nacido del vientre de Claudia Sheinbaum, es considerado un hijo biológico. El joven, cuya carrera gira en torno al arte y a la cinematografía, se encuentra trabajando en un documental sobre la vida de su madre.
La nueva presidenta mexicana es hija de inmigrantes y también la primera persona judía en asumir el mayor cargo gubernamental en un país profundamente católico. Sus abuelos huyeron de Europa en medio de la Segunda Guerra Mundial y, a pesar de que ella nació muchos años después en la Ciudad de México, el peso de la historia familiar siempre marcó su formación personal.
La segunda hija de Claudia, en cambio, prefiere mantener un perfil mucho más bajo que el de su hermano. Sin embargo, se sabe que tiene 36 años y que trabaja en el campo de las letras.
Claudia Sheinbaum acaba de colocar su nombre en la historia y su victoria en las urnas se traduce en hito significativo del empoderamiento femenino. Demuestra que las mujeres tienen el potencial y la capacidad para liderar a nivel nacional y destruye estereotipos de género arraigados en la sociedad hace cientos de años.