El arte de criar en equipo: ¿quién dijo que eras la única responsable?

El arte de criar en equipo

Si alguien encuentra el manual de instrucciones, por favor que lo comparta. Los procesos de crianza suelen ser tan diversos y variados como las familias. Pero en ocasiones, muchas más de las que podemos imaginar, algo se nos suele presentar invariable.

Ante los ojos de muchas personas somos las madres las responsables de la criar y enseñar. Mientras que los padres se dedican únicamente a proveer lo material. Si conoces o te encuentras con alguien que opine de esta manera, dile, respetuosamente, que está muy equivocado; que en una familia de dos padres, ambos son responsables de criar.

Pero el proceso de compartir la crianza es un verdadero arte. Y en una sociedad marcada por los estereotipos del machismo, no es casual que las madres llevemos la mayor parte de la carga. A menudo se ve a madres quebradas por la presión de ser la principal figura de autoridad, el apoyo emocional y la principal responsable de las tareas diarias de sus hijos. Sin embargo, ¿por qué deberían ser ellas las únicas responsables del cuidado y la educación de los hijos?

La razón principal es cultural. La sociedad ha impuesto roles de género donde las mujeres son vistas como las principales cuidadoras, al tiempo que los hombres son percibidos como los proveedores de la familia. Esta división de roles ha generado la idea de que la crianza de los hijos es una tarea femenina. Sin embargo, los niños necesitan la presencia de ambos padres para tener una educación equilibrada y completa.

Además, los roles de género también han hecho que muchos padres se sientan inseguros o que no tengan la confianza necesaria para involucrarse en la crianza de sus hijos. Se crea una brecha que hace que las madres asuman la mayoría de las responsabilidades, creando un ciclo vicioso donde muchas de nosotras terminamos agotadas y frustradas.

Todos para uno, y uno para todos

La crianza de los niños debe ser un trabajo en equipo. Ambas partes tienen que involucrarse y cooperar para garantizar que los pequeños crezcan en un ambiente saludable. Estas tres pistas podrían ayudarte a conseguirlo:

1. Comunicación: Es vital hablar abiertamente sobre las necesidades de los niños y cómo se pueden repartir las tareas y responsabilidades. Conversarlo hasta el cansancio. Sin discusiones que entorpezcan el proceso.

2. Educación: Los padres deben ser educados sobre el impacto positivo que tienen en sus hijos y la importancia de su presencia en la crianza. Ellos también tienen mucho que aportar. El trabajo de papá y mamá es complementario.

3. Distribución de tareas: Las parejas deben compartir las tareas de manera justa y equilibrada para evitar la sobrecarga de uno de ellos. Parece quimera, pero es posible.

Lo más importante es despojarnos de las ideas de crianza como labor femenina y de que las madres queremos “librar” responsabilidades. La crianza en equipo no solo beneficia a las madres, sino también a los niños y a la sociedad que luego los recibirá como mejores seres humanos. Cada una de nosotras deberá hacer de su pareja, los mejores socios en este camino.