Increíble pero cierto. La historia de la cerveza es también, de alguna manera, una historia de mujeres. Durante siglos fueron ellas (nosotras) quienes elaboraron las primeras cervezas en sus hogares, utilizando recetas transmitidas por generación.
Seguro que a más de una nos vendría muy bien toparnos con alguna de esas recetas. Pero como el tiempo y la premura apenas dejan chance para pasar por la tienda y comprar un par, nos limitaremos a hacer un poco de historia.
Las brujas de la cerveza
En la Edad Media, muchas mujeres que trabajaban como cerveceras eran conocidas como las “brujas de la cerveza”. Eran expertas en el arte de la fermentación y sus habilidades ampliamente reconocidas. Sin embargo, con el auge del patriarcado, comenzaron a ser subestimadas.
La asociación de las mujeres con la brujería se utilizó para deslegitimar su papel en la producción de cerveza. Además, la llegada de la Revolución Industrial trajo consigo un cambio significativo en la producción. Las fábricas comenzaron a reemplazar los pequeños hogares donde se elaboraba la bebida y los hombres empezaron a ocupar esos espacios.
El siglo XX vio un resurgimiento del interés por la cerveza artesanal. Pero, irónicamente, este movimiento también estuvo dominado por hombres. A pesar de que algunas mujeres comenzaron a abrir sus propias cervecerías, el entorno seguía siendo hostil. Las barreras para acceder al financiamiento y al reconocimiento eran significativas. No solo luchaban contra el machismo interno en la industria, sino también contra un mercado que favorecía a los hombres.
La historia no contada
Las historias de éxito femenino en el mundo cervecero son inspiradoras, pero escasas. En muchos casos, sus contribuciones han sido borradas o minimizadas en los relatos históricos. Ahí tenemos a Hildegard von Bingen (1098-1179), una monja alemana y botánica del siglo XII que documentó el uso del lúpulo en la cerveza. Aunque no fue una cervecera en el sentido moderno, fue pionera en señalar que el lúpulo no solo aportaba sabor, sino que también ayudaba a conservar la bebida.
Otras mujeres que aportaron a la industria son Eliza “Mother” Gentry, una de las primeras en dirigir una cervecería en los Estados Unidos, en el siglo XIX; y a Susannah Oland, fundadora de Moosehead Brewery en Canadá, la cervecería independiente más antigua del país.
La cultura cervecera actual también ha sido influenciada por el marketing que apela a estereotipos masculinos. Las campañas publicitarias suelen presentar un estilo de vida asociado con el hombre fuerte y viril disfrutando de una cerveza fría. Este tipo de representación perpetúa la idea de que la cerveza es cosa de hombres, alejando a muchas mujeres del disfrute y el interés por esta bebida.
Sin embargo, hay esperanza en el horizonte. Un número creciente de iniciativas busca empoderar a las mujeres dentro del sector cervecero. Desde talleres hasta grupos comunitarios, estas iniciativas están ayudando a restaurar el lugar histórico que han tenido las mujeres en esta industria. Las redes sociales han jugado un papel crucial en este resurgimiento. Muchas cerveceras están utilizando plataformas digitales para compartir sus historias y experiencias, creando redes solidarias donde pueden apoyarse mutuamente.
Así que alzamos nuestras copas por todas aquellas mujeres que han sido parte fundamental de esta historia y seguimos luchando para que su legado perdure y florezca nuevamente en cada sorbo. ¡Salud!