Mientras dormimos, nuestro cerebro se pone en acción. Cada noche se activa el sistema glinfático, encargado de eliminar toxinas y residuos acumulados durante el día. Este proceso, descubierto recientemente, es vital para la salud cerebral, ya que expulsa la beta-amiloide y otros desechos que, de acumularse, pueden afectar el funcionamiento de nuestro órgano más misterioso.
La ciencia nos muestra que dormir bien no solo renueva la mente, sino que también mejora el estado de ánimo y la memoria. De hecho, investigaciones de la American Academy of Sleep Medicine y de Harvard señalan que, en promedio, las mujeres requieren más de horas de sueño que los hombres para alcanzar una recuperación óptima.
Pero más allá de la simple reposición de energías, un sueño de calidad actúa como un mecanismo de autocuidado que nos prepara para enfrentar el día a día. Cuando nuestro cerebro se limpia de sus desechos, estamos mejor equipadas para tomar decisiones, procesar emociones y disfrutar de los pequeños momentos que enriquecen nuestra vida.
Por eso, cuidar el sueño se convierte en una inversión directa en nuestra salud mental y física. No se trata solo de dormir más, sino de dormir mejor, priorizando un entorno propicio y una rutina que permita al cuerpo y a la mente renovarse completamente.