“Adolescencia”: ¿Qué dicen los psicólogos de la serie más vista en Netflix esta semana?

Adolescencia

La adolescencia no es fácil de entender, ni para los adolescentes… ni para los padres. Y eso es exactamente lo que plantea Adolescencia, la serie británica de Netflix que, en apenas cuatro episodios de 45 minutos, nos lleva a un terreno que muchas veces evitamos mirar de frente: el mundo emocional de los jóvenes.

La historia sigue a Jaime, un chico de 13 años que es arrestado tras la muerte de una compañera de clase. El relato avanza en plano secuencia —sin cortes evidentes de cámara—, sumergiéndonos de lleno en el desconcierto, las mentiras a medias, los silencios incómodos y los intentos fallidos de proteger lo que ya es inevitable.

Uno de los momentos más potentes de la serie —y que ha dado mucho que hablar en redes— es el intercambio de miradas entre Jaime y su padre. Una escena breve pero demoledora: el adolescente miente, el padre lo sabe, y ambos sostienen esa pequeña farsa por amor, por miedo o por incapacidad de romper el frágil equilibrio. Es en esa tensión no verbal donde Adolescencia acierta. Nos recuerda que muchas veces los grandes problemas no estallan de golpe, sino que se cuecen en el silencio, en lo que no se dice, en las señales que decidimos no ver.

Desde la psicología, varios expertos han analizado el fenómeno. La psiquiatra infantil Abigail Huertas advierte que aunque Adolescencia toca temas importantes como el acoso escolar, la presión social y el impacto de las redes digitales, lo hace de forma superficial: “La violencia extrema que muestra no es lo habitual en la adolescencia real”, explica. Aun así, Huertas cree que la serie puede ser un disparador para abrir conversaciones necesarias entre padres e hijos, si se acompaña de información y reflexión crítica.

Por su parte, el psicólogo Javier Urra, conocido por su trayectoria como Defensor del Menor en España, apunta a un problema más profundo: “Hoy hay menos delitos entre menores que hace décadas, pero hay más violencia dentro de las familias, más agresiones de hijos hacia madres”. Y agrega algo crucial: el rol de la educación emocional. “No basta con castigar después: hay que enseñar desde pequeños qué es el respeto, el amor, el consentimiento”.

¿El verdadero problema? Especialistas apuntan que muchos adolescentes hoy crecen solos frente a pantallas que normalizan la violencia y la falta de empatía. Y si en casa no hay un contrapeso —una conversación, una guía emocional, un acompañamiento real—, entonces las probabilidades de que algo falle aumentan.

Adolescencia no pretende ser un documental ni un manual de crianza. Pero sí pone sobre la mesa una verdad incómoda: no podemos delegar en la escuela, en las series o en el tiempo lo que nos corresponde construir en casa. Estar presentes, escuchar sin juzgar y educar en el respeto y la gestión emocional sigue siendo la única forma real de prevenir tragedias.

Porque, como sugiere la serie, los silencios en familia pueden ser tan dañinos como los errores que intentamos ocultar.