“¡Qué feliz me siento!”. Seguramente lo habrás dicho alguna vez; o lo habrás pensado al menos. Pero, ¿qué hay detrás de ese estado emocional positivo? ¿Por qué nos sentimos tan bien después de una risa contagiosa o de un abrazo? La ciencia tiene la respuesta: es la química de la felicidad.
Pues sí, la felicidad no es tan abstracta como parece. Su halo de misterio se reduce a las hormonas y neurotransmisores de la serotonina, la oxitocina, la dopamina y la endorfina.
Estos químicos influyen en nuestra percepción del placer, del dolor, la recompensa y la conexión social. Desde la euforia que sentimos después de una sesión de ejercicios hasta la calidez de un beso, cada momento de alegría tiene una base biológica que la ciencia está empezando a comprender con mayor claridad.
¿Cómo “manipular” la química de la felicidad?
La serotonina ,conocida como hormona de la tranquilidad, participa en la regulación de la digestión y del ciclo del sueño. También influye en los estados de ánimo positivos y negativos, en el control del nivel de temperatura corporal y sobre el deseo sexual.
Cuando sus niveles aumentan se generan sensaciones de bienestar, relajación y satisfacción. Puede incidir en la concentración y la autoestima, e incluso, disminuir la libido cuando sus niveles son demasiado altos.
Su deficiencia, en cambio, se asocia al difícil control de la ira, la irritabilidad, la agresividad; a la fatiga, dificultades para dormir, ansiedad, depresión y trastornos alimentarios como el estreñimiento.
¿Cómo estimular su producción ? ¡Riéndonos! La risa y la risoterapia es nuestro mejor aliado, al igual que la exposición a la luz solar, la realización de ejercicio físico semanal (al menos 150 minutos).
Otras formas de estimular los niveles de serotonina son medicante el consumo de alimentos altos en triptófano (frutos secos, semillas y cereales integrales) y de ácidos grasos con omega 3 (salmón, sardina, nueces , linaza).
Oxitocina
La oxitocina es una hormona que interviene en el cuerpo de la mujer durante el parto y la lactancia, en los patrones sexuales e impulsividad en la intimidad con la pareja. Se asocia a la generación de lazos afectivos, el apego, el amor y la confianza.
Sus niveles en sangre aumentan durante el acto sexual y aún más durante el orgasmo. Sin embargo, su déficit trae como consecuencia un estado de ánimo tenso, predisposición a la depresión o a la falta de empatía. ¿Qué podemos hacer para mantener sus niveles adecuados? ¡Abrazarnos!.
Los abrazos prolongados, el contacto físico con otras personas, acariciar una mascota, salir con amigos, mirar un bebé, comer chocolate, escuchar música, practicar yoga, meditar y mantener relaciones sexuales (específicamente tras los orgasmos) incrementan su producción. Asimismo comer huevos, plátanos, salmón, frutos secos, frijoles y todo tipo de legumbres.
Dopamina
Esta es una neurohormona que influye en nuestro bienestar, participando en la regulación de la función motora, la emotividad, la afectividad, la función cardiaca, el tono vascular y la motilidad gastrointestinal. Ayuda con la atención y la concentración. También es responsable de las actividades de búsqueda de placer, de la felicidad que se siente al estar enamorado, del apego, los celos y la lujuria.
Su déficit puede manifestarse en forma de fatiga, desinterés, desconcentración, cambios en el apetito, depresión, e incluso temblores en casos extremos. La liberación de dopamina, por otra parte, puede aumentarse al realizar ejercicios físicos o desarrollar actividades que impliquen obtener recompensas, o alcanzar logros y metas. También consumiendo alimentos ricos en proteínas o en tirosina, como el chocolate, la sandía, las almendras, la carne, el té verde, los lácteos, plátanos, arándanos y soja .
Endorfina
La endorfina es una sustancia que inhibe el dolor físico y psicoemocional inicial, crea una sensación de bienestar y calma que induce la sensación de felicidad. Además, fortalece el sistema inmune al mejorar la situación emocional y permitir el afrontamiento de situaciones dolorosas.
La endorfina se libera con el ejercicio físico intenso y agotador, en las relaciones sexuales (específicamente tras el orgasmo), al reír, disfrutar de la música y el cine, meditar o comer chocolate negro, mantener una buena higiene del sueño, acariciar o besar.