Hace una década, me encontraba en una encrucijada: llena de sueños, pero también de dudas. Hoy, al mirar atrás, comprendo que cada decisión, cada tropiezo y cada logro me han llevado a ser la mujer que soy.
Tomar las oportunidades no siempre fue fácil. A veces, el miedo al fracaso me paralizaba. Pero aprendí que cada puerta abierta, incluso las que daban a caminos inciertos, ofrecían lecciones valiosas.
Ser consecuente con mis valores fue un desafío constante. En un mundo que a menudo intenta moldearnos, mantenerse fiel a una misma requiere coraje. Pero esa coherencia interna es la que fortalece nuestra identidad.
Hacer las paces conmigo misma fue quizás el paso más liberador. Perdonarme por los errores, aceptar mis imperfecciones y reconocer mi valía me permitió avanzar con confianza.
En la comunidad de MujerON, muchas comparten este viaje de autodescubrimiento. Como expresó una de nuestras seguidoras en Instagram: “Me libero y me elijo”. Otra comentó: “Gracias por recordarme que no estoy sola”. Estas palabras reflejan el poder de la sororidad y el empoderamiento femenino.
A todas las mujeres que hoy se encuentran en su propia encrucijada: confíen en su intuición, abracen sus decisiones y recuerden que cada paso, por pequeño que sea, las acerca a su mejor versión.
El camino no siempre será recto, pero cada experiencia suma. Y, al final, lo más importante es estar en paz con una misma.
