Aunque la celebración contemporánea de Halloween ha sido altamente comercializada, sus orígenes son espirituales. De hecho, muy pocos saben dónde se ubica su verdadera esencia y creen que es solo un día más de fiesta, un buen pretexto para disfrazarse y dar algunos sustos.
Pero lo cierto es que lo que sucede el 31 de octubre se remonta a tradiciones antiguas dentro de la cultura Celta, y en el corazón de estas estaban las mujeres. Ellas desempeñaron un papel fundamental en la celebración del Samhain, el ritual que marcó los antecedentes de lo que conocemos y celebramos hoy como Halloween.
Aquella antigua festividad Celta marcaba el final de la cosecha y el inicio del invierno. Se consideraba el umbral entre el mundo de los vivos y el de los muertos, un momento donde los espíritus podían cruzar a nuestro mundo. Durante Samhain, las mujeres eran las encargadas de realizar rituales para honrar a los antepasados y proteger a sus seres queridos de las fuerzas malignas que podían acechar durante la temporada oscura.
Las mujeres celtas eran reconocidas como guardianas del hogar y de la comunidad. Eran sabias, curanderas y líderes espirituales que guiaban a su gente en la conexión con lo divino y lo sobrenatural. Durante la festividad de Samhain, ellas no solo recordaban a los muertos, sino que también celebraban la vida y el renacer.
¿Que cómo lo hacían? Pues encendían hogueras sagradas donde ofrecían ofrendas a los dioses y a los espíritus. Estas llamaradas simbolizaban la luz en medio de la oscuridad, un faro de esperanza en una época llena de incertidumbre.
Con el paso del tiempo, las costumbres celtas fueron asimiladas por otras culturas, especialmente con la llegada del cristianismo. El 1 de noviembre se instituyó como el “Día de todos los santos”, pero muchas tradiciones paganas continuaron vivas en la víspera, transformándose en lo que hoy conocemos como Halloween.
El Halloween moderno
Los rituales asociados a esta festividad -tan estridente como creativa- han venido evolucionando, pero conservan algunos ecos de aquellos tiempos antiguos. Por ejemplo, el uso de calabazas talladas, tan característico en esta fecha, se cree que tiene sus raíces en las linternas hechas por las mujeres celtas, quienes también usaban nabos o remolachas encendidas para ahuyentar a los espíritus malignos. Esta práctica se ha transformado en la divertida tradición actual de tallar calabazas y colocarles luces adentro.
Además, muchas celebraciones modernas incluyen elementos como disfraces y juegos que recuerdan las antiguas prácticas celtas de transformación y conexión con lo espiritual. Las vestimentas elaboradas permitían a las personas mezclarse con los espíritus durante la noche mágica.
Los disfraces que conocemos en estos tiempos toman inspiración de todos lados, lo mismo del universo literario que de la cultura pop de moda. Pero en muchos casos mantienen un profundo vínculo místico y no se detienen únicamente en la diversión.
Y es que el significado detrás de Halloween va más allá del simple “truco o trato” que repiten los niños mientras recogen dulces de puerta en puerta, o de lo aparentemente terrorífica que se intente decorar cualquier fiesta temática. Se trata hasta hoy de una celebración que recuerda nuestras raíces ancestrales y nos invita a reflexionar sobre nuestras conexiones familiares y espirituales.
Mientras nos preparamos para celebrarlo este año, o mientras eliges para ti o para tu hijo el mejor de los disfraces, compras caramelos y decoraciones para tu casa o la escuela, inspírate en tus antepasadas: las mujeres celtas, quienes por estas fechas nos enseñaron que la noche de Halloween es un momento para honrar tanto lo que hemos perdido como lo que hemos ganado.