El momento de la comida se convierte en un desafío diario para muchas madres. Algo así como una danza delicada entre el intento por nutrir al niño o la niña y sus rechazos a algunos los alimentos. Cada bocado que recibe el rotundo “no” pareciera ser un recordatorio de la lucha constante entre tu deseo maternal por verlos crecer sanos y fuertes, y su innata y persistente selectividad alimentaria.
Aunque parezca muy grave y frustrante, sobre todo para las madres primerizas y para las que cuentan con menos acopio de paciencia, el tema de la selectividad alimentaria en los niños es normal. Aun cuando se convierta en un bucle diario, casi todos lo transitan, con mayor frecuencia entre los 2 y los 6 años. Pero para fortuna y tranquilidad de las madres: sí, sí logran cambiar su parecer y paladar.
Algunos niños pueden mostrar resistencia a los alimentos saludables debido a su sabor, textura o color. Además, sus preferencias pueden estar influenciadas por factores genéticos, experiencias tempranas con ciertos alimentos, imitación del comportamiento de los padres y hasta la presión social.
Otros pequeños pueden sentirse atraídos por alimentos con sabores más dulces o salados, lo que puede llevarlos a rechazar comidas basadas en el estándar saludable. Asimismo, cada mamá debe considerar que ellos también pueden sentir ansiedad o miedo hacia nuevos alimentos, lo que los lleva a resistirse a probarlos.
En todo caso, el proceso de alimentación requiere de esmero y estrategias adecuadas para fomentar hábitos saludables. Entre ellas, ofrecer variedad de alimentos de manera constante y creativa, sobre todo en los primeros meses de vida. También puedes involucrar a los niños en la preparación de sus comidas, dejarlos que se manchen las manos y toquen los productos.
Eventualmente, los niños amplían su repertorio alimentario. Pero recuerda, cada niño es único, por lo que es importante encontrar enfoques para cada situación específica y mantener una actitud comprensiva durante este periodo. Cuidado con las amenazas o las presiones excesivas, pueden tener el efecto inverso.
Creemos que la vía más favorable para nutrir a los pequeños es realizar un trabajo proactivo. A pesar de que más veces de las que esperas te dará algún que otro berrinche por caramelos, chocolates o todos los carbohidratos y grasas del mundo, no cuelgues los guantes. La persistencia y el amor son el combustible para seguir intentando. En cada comida del día tienes una nueva oportunidad de fomentar la relación positiva que necesita hacia los alimentos.
Pero si te quedan dudas sobre el proceso, o te parece que tu peque requiere de más esfuerzo, te dejamos una lista de recomendaciones. Recuerda que con los niños la palabra calve para todo es “paciencia”.
- Modelar buenos hábitos alimentarios: servir con el ejemplo, es la tarea de cada padre. Eres lo que comes, dice el refranero, y tu hijo querrá imitarte en todo. Demuéstrale una actitud positiva hacia una variedad amplia de alimentos saludables. Cómelos frente a ellos. Diles por qué es tan bueno y cómo ayudan a hacernos más sanos.
- Ofrecer opciones saludables: Proporcionar una variedad de alimentos saludables y equilibrados en casa puede ayudar a exponer a los niños a diferentes sabores y texturas, lo que eventualmente puede ampliar sus preferencias alimentarias. No guardes únicamente confituras y comida chatarra que te saquen de un apuro cuando no tienes tiempo para hornear la cena.
- Involucrar a los niños en la cocina: Permitir que los niños ayuden en la preparación de comidas puede aumentar su interés en probar nuevos alimentos y les brinda la oportunidad de aprender sobre nutrición y cocina.
- Mantener un ambiente relajado durante las comidas: Evitar presionar o forzar a los niños a comer ciertos alimentos puede ayudar a reducir la ansiedad relacionada con la comida y fomentar una actitud más condescendiente hacia la alimentación.
- Ser paciente y consistente (otra vez): Cambiar las preferencias alimentarias de un niño lleva tiempo, por lo que es importante ser paciente y seguir ofreciendo opciones saludables de manera constante. Sin cansarte. Es tu deber.