Saber si alguien está contándonos mentiras puede ser complicado, pero su cuerpo y palabras pueden delatarnos. Existen señales verbales y no verbales que pueden ayudarte a descubrir si es cierto o no lo que está diciendo.
Las mentiras suelen manifestarse en el lenguaje corporal y en la forma en que alguien responde. Una persona que miente puede evitar el contacto visual o, por el contrario, mantenerlo de manera excesiva para parecer convincente. Investigaciones del psicólogo Paul Ekman, pionero en el estudio de la comunicación no verbal, han demostrado que quienes mienten pueden evitar el contacto visual o, por el contrario, mantenerlo de manera forzada para parecer más creíbles.
También es común que haga movimientos nerviosos, como tocarse la cara, jugar con objetos cercanos o cambiar constantemente de postura. Según expertos en detección de engaños, cruzar los brazos o encogerse pueden ser señales de actitud defensiva, reflejando incomodidad ante la situación.
En cuanto a las señales verbales, los mentirosos tienden a dar respuestas vagas o evasivas, tratando de esquivar la pregunta sin responder directamente. Investigaciones en psicología del lenguaje han encontrado que quienes engañan a menudo incluyen detalles excesivos e innecesarios en sus relatos, con la intención de hacer que su historia parezca más creíble.
Además, pueden cambiar el tono de voz, modificar la velocidad al hablar o incluso repetir la pregunta antes de responder, un comportamiento que, según estudios sobre procesamiento cognitivo, sugiere que están ganando tiempo para estructurar mejor su mentira.
¿Dice mentiras o es timidez?
Es importante no confundir una mentira con la timidez. Una persona tímida también puede evitar el contacto visual o mostrar nerviosismo, pero la diferencia radica en la coherencia de su discurso. Mientras que un mentiroso adapta su relato para encajar en la situación, alguien tímido mantiene su historia, aunque le cueste expresarse con claridad. Además, las personas tímidas no suelen adornar en exceso sus respuestas ni cambiar la versión de los hechos con el tiempo.
Observar con atención y confiar en la intuición, sin caer en prejuicios, puede ser clave para detectar engaños. Aunque ninguna señal por sí sola es definitiva, entender estos patrones puede ayudarnos a interpretar mejor la comunicación y distinguir cuándo algo no encaja.