Economía del cuidado: el motor invisible

Economía del cuidado: el motor invisible

Cada mañana, antes de que el resto despierte, ya hay una mujer encendiendo la cocina, preparando loncheras, cambiando pañales o revisando si a su mamá le bajó la fiebre. En América Latina y el Caribe, ese es el comienzo silencioso de millones de jornadas invisibles.

Son mujeres que cuidan. Que sostienen. Que hacen posible la vida cotidiana sin horario, sin salario y muchas veces sin reconocimiento social. No figuran en las estadísticas laborales, pero si un día dejaran de hacerlo, el sistema entero se tambalearía.

Según cifras recientes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el trabajo no remunerado de cuidado representa en promedio el 20,3% del PIB en los países de la región. En algunos casos, como el de México o Colombia, esta cifra supera el 25%. Este dato se basa en las últimas mediciones de uso del tiempo disponibles en la región, actualizadas por CEPAL en 2022.

El impacto económico es tan alto como el silencio que lo rodea. Tal como advierte ONU Mujeres en su campaña “El cuidado es trabajo”, más del 75% del trabajo de cuidados no remunerado recae sobre mujeres y niñas. Esta desigual distribución no solo perpetúa la desigualdad de género, sino que limita las oportunidades de muchas para estudiar, trabajar o descansar.

¿Y si invirtiéramos en las horas de cuidado?

Aunque el tema del cuidado ha cobrado visibilidad en los últimos años, especialmente tras la pandemia —cuando muchas madres debieron asumir al mismo tiempo el rol de cuidadoras, maestras y trabajadoras remotas—, la sobrecarga persiste. La crisis solo evidenció lo que ya venía ocurriendo.

Frente a este escenario, varios países han comenzado a discutir políticas públicas que reconozcan y redistribuyan el trabajo de cuidados. Uruguay fue pionero con su Sistema Nacional Integrado de Cuidados, y más recientemente, Chile ha impulsado debates en torno a un Sistema Nacional de Cuidados con enfoque de género, como parte de la agenda del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género.

Cálculos de la OIT y la CEPAL dan cuenta de que la inversión en servicios universales de cuidado infantil y de larga duración podría generar hasta 32 millones de empleos en la región para 2035. Además, la inversión en cuidados puede aumentar la participación laboral femenina. Por ejemplo, en México, se estima que la inversión en un sistema de cuidados podría elevar la participación laboral femenina al 58%.

Visibilizar a las cuidadoras no es solo un acto de justicia, sino una urgencia social. Porque mientras se espera por leyes y sistemas, ellas siguen ahí: sosteniendo, organizando, protegiendo. Y merecen ser vistas.

¿Quieres saber cuánto valen tus horas de cuidado? La OIT ha creado un Simulador de inversiones en políticas de cuidados, una herramienta en línea que permite estimar el valor económico del trabajo de cuidados no remunerado.