Sabías que existe un punto en el que tu cerebro de embarazada puede ser exactamente igual al de un adolescente. Parece increíble, ¿verdad?. Pero antes de que nos tildes de inventoras, te convidamos a que nos leas y conozcas lo que realmente pasa en tu cerebro, o pasó cuando estuviste embrazada. Quién sabe si sea ahora cuando puedas probar que realmente no estabas tan loca como pensaron algunos.
Al punto exacto en el que nosotras pensamos que se unen embarazo y adolescencia, muchos expertos los han denominado como materscencia y lo han explicado científicamente gracias a la neuroplasticidad.
Esta neuroplasticidad se trata de la capacidad del cerebro para reorganizarse y adaptarse a cambios. Es un proceso fascinante que ocurre durante toda la vida. Sin embargo, hay dos momentos cruciales en los que se produce una explosión de esta remodelación cerebral: la adolescencia y… ¡el embarazo!
El fenómeno conocido como “matrescencia”, acuñado por la neurocientífica Francesca Sanzo, aborda las sorprendentes similitudes entre la mente de una embarazada y la de un adolescente. Así que ya lo sabes: todavía no estamos desvariando.
¿Matre… qué?
Durante la adolescencia, nuestro cerebro está en constante transformación para adaptarse a la vida adulta. Se crean nuevas conexiones neuronales, se eliminan otras y se refuerzan aquellas que nos ayudan a prosperar en un entorno cambiante. Una de las zonas más afectadas es el córtex prefrontal, encargado del control de las emociones, la planificación y la toma de decisiones.
La matrescencia se produce en las futuras madres a medida que se desarrolla el bebé. En la etapa del embarazo, el cerebro se transforma de manera significativa para facilitar la adaptación al nuevo rol materno. Al igual que en la adolescencia, el córtex prefrontal también se ve afectado, causando cambios en la forma en que procesan las emociones, toman decisiones y se relacionan con el mundo que les rodea.
Los cambios hormonales desempeñan un papel crucial en ambos procesos. La progesterona, el estrógeno y la oxitocina, entre otros, promueven la plasticidad neuronal en las embarazadas, fortaleciendo los vínculos emocionales y fomentando la sensibilidad hacia las necesidades del bebé. Por otro lado, los niveles de estrógeno, progesterona, testosterona y cortisol en los adolescentes también influyen en la remodelación de su cerebro.
Las similitudes entre el cerebro de una embarazada y el de un adolescente también incluyen cambios en la percepción del mundo y en el procesamiento de información. Quizás por eso, muchos nos tilden de locas cuando estamos esperando a nuestros hijos, algo similar a lo que les pasa a muchos adolescentes incomprendidos en su momento. Ambas etapas experimentan sensaciones de vulnerabilidad, confusión y ansiedad ante los cambios en su entorno y en su propio cuerpo. Además, también pueden sentirse más sensibles a la presión social y a las emociones intensas, como la alegría, la tristeza o la ira.
Pese a las similitudes, la matrescencia presenta algunas diferencias. Mientras que la adolescencia implica la maduración individual, la matrescencia se enfoca en la conexión y el cuidado de otra persona. Además, las madres en ciernes suelen desarrollar una mayor empatía, lo que les ayuda a responder de manera más efectiva a las necesidades de su bebé.
La matrescencia representa una oportunidad única para explorar las transformaciones que nuestro cerebro experimenta durante la maternidad. Al entender estos cambios y su impacto en el comportamiento y la salud mental, podemos brindar mejor apoyo a las futuras madres y ayudarlas a navegar con éxito este periodo crucial en sus vidas.