Muchas de las que ahora somos madres crecimos en el campo, con familias campesinas, amigos que vivían de la tierra y a los que las ciudades les resultaban más lejanas y desconocidas que el planeta Marte. Miles de veces escuchamos que los valores aprehendidos en las zonas rurales son mejores y más valiosos que los que enseñan en las ciudades y hasta coincidimos en que, ciertamente, las personas del campo cuentan con algo valioso, algo que se adquiere con la naturaleza y nunca más se pierde. Sin embargo, muchas de las que ahora somos madres y crecimos en el campo preferimos educar a nuestros hijos en la ciudad.
¿No arrepentimos de lo que nos enseñaron allá? ¿Nos avergonzamos de nuestras raíces? ¿Creemos que algo falta en el campo que podemos encontrarlo en la ciudad? La respuesta para todas esas preguntas es: NO. Ni nos arrepentimos, ni nos avergonzamos, ni creemos que haya algo en un sitio que no hay en el otro. De hecho, casi todas estamos convencidas de que no importa el lugar, sino los valores y la intención de formar mejores seres humanos.
Aunque muchos padres no tienen la posibilidad de elegir dónde criar a sus hijos y deben ajustarse al sitio donde los colocó la vida en ese momento, algunos tienen la capacidad de elegir entre campos o ciudades. Muchos de ellos se preguntan cuál es el entorno más adecuado para el desarrollo de sus hijos.
¿La pureza de los campos o el asfalto citadino?
Por un lado, la tranquilidad del contacto directo con la naturaleza y por otro la agitada -pero culturalmente provechosa- vida en las ciudades. Tanto de un lado como del otro existen ventajas y desventajas notables. Aquí te contamos un poco de lo que pensamos, pero insistimos: lo principal no es dónde sino cómo educas a tus retoños.
En primer lugar, uno de los desafíos más significativos al criar hijos en áreas rurales es la brecha digital. En muchas comunidades rurales, el acceso a internet es limitado o inexistente, lo que puede dificultar el aprendizaje y la conexión con el mundo exterior. En un mundo cada vez más digitalizado, esta falta de acceso puede poner a los niños en desventaja frente a sus pares urbanos, quienes tienen acceso a recursos educativos en línea, plataformas interactivas y una mayor variedad de información.
Por otro lado, el acceso a la educación también presenta diferencias notables entre ambos entornos. En las zonas rurales, las escuelas pueden estar más distantes y menos equipadas que las urbanas. Esto puede traducirse en menos oportunidades para actividades extracurriculares y recursos educativos. Sin embargo, muchas comunidades rurales fomentan un ambiente familiar y cercano entre estudiantes y maestros, lo que también puede beneficiar el aprendizaje emocional y social de los niños.
En cuanto a la salud, las zonas rurales suelen contar con menos instalaciones médicas y especialistas disponibles. Esto puede ser un desafío importante para las familias que necesitan atención médica regular o especializada. No obstante, la convivencia rural también ofrece un estilo de vida más saludable en términos de aire limpio y acceso a productos frescos. La conexión con la naturaleza puede promover hábitos saludables desde una edad temprana.
A pesar de estas dificultades, no todo lo que brilla es oro en la vida urbana. Las ciudades ofrecen muchas oportunidades, pero también desafíos significativos. Las estadísticas muestran que una gran cantidad de familias urbanas vive en condiciones de pobreza o pobreza extrema. Habitar en la ciudad no siempre garantiza una mejor calidad de vida y a menudo hay problemas como el estrés urbano, la falta de espacios verdes y el ritmo acelerado que puede afectar negativamente el bienestar emocional de los niños.
¿Y entonces…?
La clave no radica únicamente en el entorno geográfico, sino en cómo los padres nos involucramos en la vida educativa y emocional los niños. La atención amorosa y el apoyo emocional son fundamentales para criar individuos felices e inteligentes. Saber cuándo necesitan una determinada atención, o cuán deben cambiar o modificar un hábito y sobre todo conocerlos como los individuos extraordinarios que son nos ayudará a sentirnos más orgullos de nuestra paternidad.
Los niños que crecen en entornos donde se valoran las relaciones interpersonales tienden a desarrollar habilidades sociales más fuertes. Tanto las zonas rurales como urbanas pueden ofrecer este tipo de entorno si los padres estamos comprometidos con fomentar una comunicación abierta y amorosa con ellos.
No hay una respuesta definitiva sobre si es mejor criar hijos en el campo o en la ciudad. Ambos entornos presentan desafíos únicos y oportunidades valiosas. Lo más importante es que nos concentremos en criar individuos inteligentes y emocionalmente saludables, sin importar de donde provengan. Ya tendrán tiempo en la adultez para decidir ellos mismo donde quieren vivir.
Ya sea rodeados por montañas verdes o rascacielos brillantes, lo esencial es brindar un hogar lleno de amor y apoyo incondicional Criar con amor y dedicación es lo que realmente marcará la diferencia.