Cuando nuestros hijos llegan a casa después de un largo día en la escuela, es natural que queramos saber cómo les fue. Sin embargo, muchas veces caemos en el error de hacer preguntas generales como “¿Te fue bien?” o “¿Qué aprendiste?”, que pueden dejar a los niños confundidos y poco motivados para compartir sus experiencias. O peor aún, que los motive a contestar cualquier cosa para salir del paso en el cuestionamiento.
Como en casi todos los temas sobre crianza, lo ideal no siempre es lo que conseguimos poner en práctica. Por eso, aquí te ayudamos.
Los expertos en desarrollo infantil sugieren que las preguntas específicas son mucho más efectivas que las generales. Esto se debe a que las preguntas precisas permiten a los niños reflexionar sobre sus experiencias y compartir detalles significativos. Cuando hacemos preguntas amplias, los niños pueden sentirse abrumados o incapaces de responder, lo que puede llevar a una falta de interés en compartir sus vivencias escolares. Al cambiar nuestro enfoque no solo les estamos mostrando que valoramos su opinión, sino que también les estamos enseñando a comunicarse mejor.
Por otro lado, aunque no sea nuestro propósito, muchas veces transmitimos presiones con nuestras preguntas. Los niños pueden interpretarlas como un examen sobre su rendimiento escolar y puede causarles ansiedad, especialmente si no se sienten seguros sobre lo aprendido en clase.
En cambio, los especialistas recomiendan adoptar un enfoque más conversacional y abierto. En lugar de bombardearlos con preguntas desde el momento en que entran por la puerta, podríamos empezar por darles un momento para relajarse. Un saludo cálido y un espacio tranquilo pueden hacer maravillas antes de iniciar cualquier conversación sobre su día escolar.
Una vez que estén listos para hablar, podemos formular preguntas más específicas que inviten a la reflexión. Preguntas como “¿Cuál fue la parte más divertida de tu día?” o “¿Hubo algo nuevo que aprendiste hoy que te sorprendió?” pueden abrir la puerta a conversaciones más significativas.
Asimismo, es importante escuchar activamente lo que nuestros hijos tienen que decir. A veces, una simple respuesta puede llevar a una conversación mucho más profunda si mostramos interés genuino y hacemos preguntas adicionales basadas en sus respuestas.
Te dejamos una breve guía para que te inspires y ya vayas pensando en cómo te enfrentarás a tu pequeño cuando vuelva de la escuela:
- ¿Cuál de tus amigos te hizo reír hoy?
- ¿Qué fue lo más difícil de la clase y como lo superaste?
- Si pudieras cambiar algo de tu día, ¿qué sería?
Pon a funcionar tu imaginación y, desde ahora, ve creando tu cuestionario. Incluso puedes aplicarlo en forma de juego. Quién sabe si a partir de hoy te enteres de muchos detalles que antes permanecían inaccesibles.