Somos lo que comemos. Muy pocos logran resistirse al menos una vez por semana a una buena porción de helado o a un trozo de pastel recién salido del horno. Pero diabetes e hipertensiones aparte, sin caer en asuntos de obesidad, el alto consumo de azúcar está muy lejos de regalarle a nuestro cuerpo y a nuestra salud una apariencia dulce. Contrario a lo que podría parecer, endulzar demasiado nuestra vida solo nos resta bienestar.
El azúcar es una amenaza flagrante, no solo para la salud, sino también para la estética que tanto nos preocupa y que tanto dinero y tiempo nos hace gastar en productos de belleza. La piel, el mayor órgano del cuerpo humano, refleja con claridad nuestros hábitos alimentarios. Entre estos, el consumo de azúcar desempeña un papel decisivo y no hay hasta ahora skin care que pueda rebatir sus efectos de envejecimiento.
Si bien el azúcar es un componente natural en muchos alimentos, su consumo excesivo consigue un irreversible daño prematuro para la piel. El proceso de glicación, donde las proteínas de la piel se combinan con el azúcar, genera moléculas llamadas proteínas glicosiladas. Estas sustancias tienen propiedades nocivas para la piel, dañando el colágeno y elastina. ¿El resultado? Arrugas, piel seca y tan débil como no queremos verla ni en nuestros peores sueños.
Pero si todo esto fuera poco, el consumo elevado de azúcar provoca inflamación a nivel celular. Esto se conoce como “inflamación silenciosa” y es una reacción crónica del organismo que puede deteriorar el aspecto de la piel. Además, puede ser un factor de riesgo para desarrollar acné, eczema y otras enfermedades cutáneas que queremos evitar a toda costa.
Ahora bien, no vayas a pensar que tu cucharada de azúcar en el café hará que padezcas estas consecuencias. Tampoco debemos ser catastrofistas. Simplemente tomar con moderación esos “antojitos” que nos suelen invadir los fines de semana y que no necesitamos estar embarazadas para padecerlos. Una dieta equilibrada, rica en alimentos integrales y con una ingesta reducida de azúcar, son esenciales para preservar la salud y belleza de nuestra piel. A claro, a ello le sumamos una adecuada hidratación y protección solar.
Hasta tanto no se consiga el elixir definitivo contra el envejecimiento, lo que nos toca es cuidar nuestra alimentación, creer cada vez más que un estilo de vida saludable sí es posible y esperar, pacientes, a que la ciencia nos diga algún día cuál es el otro remedio definitivo contra el paso del tiempo.