¿La química del cerebro o el entorno? Cómo cuidar nuestra salud mental

química del cerebro

¿Alguna vez te has preguntado quién es el verdadero director de tus decisiones? No, no es solo tu voluntad, sino la química de tu cerebro. En un mundo saturado de estímulos y gratificaciones instantáneas, la neurociencia nos muestra que somos, en gran parte, “gobernados” por reacciones químicas.

Marian Rojas Estapé, psiquiatra y autora de éxitos editoriales, sostiene que el amor y el trabajo son los dos ingredientes esenciales que reprograman nuestro cerebro y nos permiten enfrentar la inmediatez digital. Según ella, el exceso de dopamina generado por el consumo desmedido de redes sociales y sustancias puede dejarnos desensibilizados ante los placeres cotidianos, mientras que un desequilibrio en neurotransmisores como el cortisol se relaciona directamente con el estrés y la ansiedad.

Pero, ¿es esa la única explicación? Algunos expertos, como el neuropsicólogo Nacho Roura, argumentan que reducir la complejidad de la salud mental a simples reacciones químicas resulta excesivamente simplista. Roura y otros críticos señalan que, si bien la neurociencia ofrece datos fascinantes sobre cómo nuestros cerebros responden a estímulos, los contextos socioculturales, económicos y políticos también influyen de manera determinante en cómo vivimos y sentimos.

¿Qué hacer entonces?

La ciencia, con estudios recientes y datos comprobados, nos muestra que nuestra experiencia humana es el resultado de una danza entre la biología y el entorno. Por un lado, hay quienes insisten en que la clave está en equilibrar nuestras reacciones neuroquímicas a través de hábitos saludables y técnicas de autocuidado. Y por otro, expertos señalan que debemos transformar las condiciones sociales que afectan nuestra salud mental.

Entonces, ¿cómo tomamos el control? La respuesta puede estar en unir ambos enfoques.

Investigaciones en Nature Reviews Neuroscience revelan que el cerebro es increíblemente plástico y puede fortalecerse con prácticas como la meditación, el ejercicio regular y una buena alimentación, ayudándonos a gestionar el estrés y a producir neurotransmisores de forma más equilibrada.

Simultáneamente, estudios en The Lancet Psychiatry demuestran que factores socioeconómicos y la estabilidad en nuestro entorno tienen un impacto directo en nuestro bienestar emocional. Esto significa que, además de cuidar de nosotros mismos, es vital presionar por cambios en nuestras comunidades y lugares de trabajo para crear entornos más justos y saludables.

En definitiva, se trata de transformar nuestro día a día: cuidar de nosotras mismas mientras construimos un entorno que nos respalde. Cuando unimos el autocuidado con el impulso de cambios en nuestro entorno, cada pequeño gesto se convierte en parte de un cambio más grande. ¡Recuerda, tu bienestar es la chispa que enciende una vida más plena y un mundo mejor!