Desde 1992 se eligió el 10 de octubre para celebrar el Día Mundial de la Salud Mental. Si en esta sociedad existe un día para todo, los problemas de la mente merecían ser tomados en cuenta y situados en relevancia para promover su tratamiento y prevención, además de alejarlos de las zonas de tabúes en las que antaño permanecían.
La elección de esta fecha busca resaltar la necesidad de mejorar los servicios de salud mental en todo el mundo, así como apoyar a quienes luchan con trastornos mentales. También se utiliza para abogar por políticas públicas que fortalezcan el bienestar emocional y psicológico de las comunidades.
Pero siempre que se piensa en asuntos relacionados con la salud mental se le suele relacionar con temas de adultos. Y no es menos cierto que los índices de enfermedades mentales crecen de manera alarmante cada año, y que se incorporan pacientes que antes parecían completamente sanos. Pero aquí nos toca pensar en los niños. Ellos también pueden ser víctimas de duros procesos que fácilmente podrían desencadenar en un problema mental grave o de cuidado. Ellos también pueden nacer con patologías psiquiátricas que les marcaran su vida para siempre y hacia ellos debemos centrar nuestros esfuerzos como mejores padres.
La salud mental es un aspecto crucial del bienestar general de los niños, y es un tema que a menudo se pasa por alto. A medida que la conciencia sobre la salud mental ha crecido, también lo ha hecho el reconocimiento de que no solo los adultos enfrentan problemas emocionales y psicológicos. Desde la ansiedad, la depresión, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), hasta el trastorno del espectro autista (TEA), por solo mencionar algunos. Estos padecimientos pueden tener un impacto significativo en el desarrollo y la calidad de vida de nuestros pequeños, y la ciencia lo ha demostrado.
Estudios indican que los problemas de salud mental que no se abordan adecuadamente durante la infancia pueden llevar a dificultades emocionales y sociales en la adolescencia y la adultez. La neurociencia también ha demostrado que las experiencias tempranas, tanto positivas como negativas, pueden moldear el cerebro en desarrollo de un niño.
Los padres jugamos un papel crucial en ello. Nuestra influencia puede ser determinante en cómo los niños gestionan sus emociones y enfrentan desafíos. Somos sus primeros modelos y podemos proporcionarles un entorno seguro donde explorar sus sentimientos.
Sin embargo, con esta responsabilidad también viene la necesidad de estar informados y ser proactivos en cuanto a las necesidades emocionales de los niños. Existen numerosas condiciones que pueden contribuir al deterioro de la salud mental infantil. Factores como el bullying, la violencia familiar, problemas económicos y cambios significativos en la vida (como mudanzas o divorcios) pueden afectarlos gravemente.
¿Qué tanto podemos hacer?
Existen múltiples estrategias afectivas que suelen funcionar mejor que cientos de terapias y fármacos. Lo mejor de todo es que las tenemos al alcance de nuestras manos y dependen únicamente de nosotros y de cuánto empeño y amor depositemos en nuestros retoños.
1- Fomentar una comunicación abierta. Los niños deben sentirse cómodos expresando sus sentimientos sin temor a ser juzgados. Alentarles a hablar sobre lo que sienten puede ayudarles a procesar sus emociones y desarrollar habilidades para gestionar situaciones difíciles. Además, inculcar hábitos saludables puede tener un impacto positivo en la salud mental infantil. Esto incluye asegurarnos de que los niños tengan una alimentación equilibrada, suficiente actividad física y tiempo para jugar al aire libre.
2- Rutinas estables. Proporcionar un entorno predecible puede ayudar a los niños a sentirse más seguros y menos ansiosos. Los padres debemos educarnos sobre las señales de alerta relacionadas con problemas de salud mental. Cambios drásticos en el comportamiento como irritabilidad extrema, aislamiento social o cambios en el rendimiento escolar pueden ser indicadores de problemas subyacentes. Reconocer estas señales permite actuar rápidamente y buscar apoyo profesional si es necesario.
Finalmente, queremos recordarte que cuidar la salud mental infantil no solo beneficia al niño. Al trabajar juntos para fomentar un ambiente emocionalmente saludable, se está contribuyendo al bienestar general de la sociedad. Cuidar la salud mental infantil es contribuir a un futuro más brillante para todos.