¿Te hace Breadcrumbing? Así le llamamos ahora a la pareja que nos manipula en redes sociales

Te hace Breadcrumbing

Decir que vivimos en un mundo dominado por las redes sociales es prácticamente una redundancia. Una afirmación casi tan evidente a estas alturas como decir que la Tierra es redonda o que somos seres pensantes. El espacio virtual que ocupan nuestros perfiles de Instagram, Facebook, Whatsapp, o cualquier otra plataforma, dice mucho más sobre nosotros que una autobiografía o un currículum vitae.

Es tanto el protagonismo que damos a lo que acontece en las redes sociales que allí se comienzan a disputar aspectos tan fundamentales de nuestras vidas como la educación, el desarrollo profesional y hasta las relaciones de pareja. Sobre estas últimas, ya no nos basta con colgar una foto romántica o anunciar un compromiso. La mayoría de las veces nuestras relaciones de pareja comienzan precisamente en las redes y es allí donde vamos dispuestos a conocer gente, sintonizar y, con suerte, iniciar una relación. Todo el mundo sabe que con abrir una cuenta en Tinder, por ejemplo, estamos garantizando más del 80 % de que podamos concretar una relación del tipo que sea y con los privilegios que estemos dispuestos a aceptar.

Pero por más que nos empeñemos en hacer que parezca inofensivo, el mundo de las redes nos condiciona psicológicamente cada vez más y no es casual que aparezcan con frecuencia nuevos títulos para las formas de comportarnos y, sobre todo, de tratar con la otra persona. En la era no tecnológica, iniciar una relación con alguien era cuestión de verse frente a frente y hacer un acuerdo tácito: me gustas o no, te quiero volver a ver o no.

En las redes no pasa así. Primero vivimos el llamado ghosting, cuando alguien simplemente decidía desaparecer en redes para la otra persona. Eliminarlo de todas las plataformas antes de reunir el coraje para decirle “hasta aquí, no quiero nada más contigo”. El cobarde o el inmaduro de toda la vida, denominado ahora con un término más fino y con una estrategia virtual mucho más simple.

Pero como este mundo no para, ahora encontramos una nueva palabra que nos justifica otro comportamiento en el ciberespacio: el breadcrumbing. Su traducción, más o menos literal, sería “migas de pan”.

El término breadcrumbing se usa para describir a una persona que en su acercamiento virtual a otra va dejando pequeñas dosis de afecto (como migas de pan), sin llegar abrirse o entregarse por completo. El clásico sentimiento de “no me gusta, pero me entretiene”. Una manipulación flagrante, incluso confirmada por especialistas en psicología y conocida en el mundo popular como relación tóxica.

Si conoces a alguien y de pronto te descubres investigando en su perfil, pero más tarde haces alguna publicación y esta persona reacciona, no con un simple like, sino con un corazón, para más tarde dejarte un comentario que estás a punto de sobredimensionar, el consejo más saludable es que esperes. No te precipites al abismo. Si lo invitas a que se vean en el mundo real después de incontables horas de chat y lo que recibes es una escusa barata para, al día siguiente, pasarse incontables emojis y conversaciones picosas que al final no llegan a donde tú realmente deseas, aléjate. No te dejes caer en la estadística del breadcrumbing, la vida y las relaciones son mucho más interesantes cuando no las media una pantalla.