La Organización Mundial de la Salud señala que la salud mental es “más que la ausencia de trastornos o discapacidades mentales”. En concreto:
“Es un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
Como ser bio-psico-social, el hombre dispone de condiciones psicológicas, conductuales, sociales, culturales y biológicas que interactúan entre sí e influyen en su estado de salud. Cuando nos exponemos a diferentes situaciones y logramos mantener un equilibrio entre lo que pensamos, sentimos y cómo actuamos, podemos decir que disfrutamos de salud mental. Es decir: nos sentimos bien, en equilibro, felices con nosotros mismos.
Pero… ¿existirá relación entre las alteraciones de la salud mental y la disminución de las defensas inmunológicas del organismo? Pues sí.
Mente sana en cuerpo sano
Existe evidencia clínica y datos de laboratorio que demuestran que alteraciones en la inmunidad celular y humoral son más prevalentes en pacientes con trastornos mentales que en individuos sanos. En ese sentido, destaca una desregulación de la respuesta inflamatoria del organismo con predominio de un estado proinflamatorio que lo hace más vulnerable a infecciones y enfermedades.
Dedicar tiempo a la salud física y mental puede aumentar el nivel de energía y disminuir el riesgo de contraer enfermedades, por lo que es vital cuidar los factores protectores, entre los que se encuentran los entornos familiares , sociales y de trabajo seguros y saludables. Evitar brechas que lo afecten se convierte en un reto de las políticas de salud.
Desde 1992 la Federación Mundial de Salud Mental (WFMH) celebra cada 10 de octubre el Día Mundial de la Salud Mental. Este año bajo el tema de la “Salud mental en el trabajo ”.
Es reconocido que las condiciones insalubres, como el estigma, la discriminación y la exposición a riesgos como el acoso pueden plantear daños a la salud mental, la calidad de vida en general y, en consecuencia, la participación o la productividad en el trabajo.
Mejorar la salud mental en el trabajo facilitando la activa participación de los trabajadores en las medidas y decisiones a tomar en su área laboral, escuchando el criterio de sus representantes y de las propias personas que han presentado problemas de salud mental es fundamental para el bienestar y la salud integral de los individuos.
Recomendaciones para autocuidado en el trabajo
- Reconocer señales negativas: agotamiento físico y mental, sentimiento de frustración, desconcentración, problemas de comunicación con directivos y demás trabajadores, dolores de cabeza, problemas intestinales, falta de creatividad, cambios en el carácter, etc.
- Buscar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal: una no debe afectar a la otra.
- Aprender a decir NO: Asumir más tareas de las que podemos impacta en nuestra autoestima, aparece la sensación de fracaso y soledad. Es importante aprender a priorizar
- Desconectar: No debemos llevar el trabajo a la casa. Disponer del tiempo de descanso es un derecho laboral de las personas empleadas, incluidas las que trabajan a distancia.
- Establecer relaciones saludables con los compañeros y compañeras de trabajo basadas en el respeto mutuo, la confianza, la honestidad, el apoyo y la justicia.
- Disfrutar de los horarios de pausas en el trabajo: son necesarias y están reguladas. Permiten descansar, desconectar y socializar con los compañeros.
- Mantener un estilo de vida sano: hacer ejercicio diariamente, realizar comidas saludables en horarios fijos, evitar el consumo de sustancias que inciden en el estado de ánimo, mantener una buena higiene y hábitos de sueño.
Mantener una adecuada salud mental facilita la capacidad y satisfacción laboral e impacta positivamente en la salud individual, familiar y social.
Especialista en Medicina Familiar.
Magíster en Educación Médica.