Cuando Mariana denunció que su expareja estaba compartiendo fotos íntimas suyas sin consentimiento, no solo tuvo que revivir el trauma. También se topó con respuestas como “pero si fue por WhatsApp, ¿qué daño te hizo?”, “bloquéalo y ya”, o el clásico “¿y para qué le mandaste eso?”. Lo que vivió Mariana fue violencia digital. Y no es un caso aislado.
Cada vez más mujeres en América Latina están siendo violentadas a través de una pantalla. Y lo que muchas veces empieza con un mensaje fuera de lugar, un comentario ofensivo o una solicitud inapropiada, puede escalar hasta formas graves de acoso, chantaje, amenazas o difusión de contenido íntimo sin consentimiento. Todo, bajo el manto de lo “virtual”, como si por no ser físico, no fuera real.
Un fenómeno que crece… en silencio
En 2023, un informe de la organización Equality Now reveló que 9 de cada 10 mujeres en América Latina han vivido algún tipo de violencia digital. En Chile, Argentina, México y Colombia, los casos más comunes son el envío de imágenes sexuales no solicitadas, la suplantación de identidad y el doxing (la publicación de datos personales con fines de intimidación).
El anonimato, la inmediatez y la falta de regulación efectiva convierten al entorno digital en terreno fértil para ejercer violencia de género con menos consecuencias visibles y muchas veces sin consecuencias legales. Como explica la Red Latinoamericana de Mujeres en TIC, “la violencia digital reproduce los mismos patrones de control, humillación y dominación que la violencia física, pero en plataformas que muchas veces carecen de perspectiva de género o mecanismos efectivos de respuesta”.
¿Cómo saber si estás siendo víctima?
No siempre es evidente. La violencia digital puede ser sutil, disfrazada de bromas o incluso de halagos. Pero si algo te incomoda, si te hace sentir miedo, si limita tu libertad de expresarte, participar o simplemente estar online, es violencia.
Algunos ejemplos frecuentes:
- Recibir mensajes sexuales no solicitados
- Ser ridiculizada o acosada públicamente en redes
- Sufrir amenazas por participar en debates políticos o feministas
- Que compartan tus fotos sin permiso
- Que te exijan acceso a tus cuentas o a tu ubicación
- Que un desconocido te siga y cambie de perfil cada vez que lo bloqueas
Todo esto no solo afecta tu bienestar, también tu libertad.
¿Qué hacer y dónde pedir ayuda?
Si estás viviendo violencia digital o conoces a alguien que la sufre, no estás sola. En Chile, el Fono 1455 del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género funciona 24/7, es gratuito y confidencial. También puedes acercarte a los Centros de la Mujer o Casas de Acogida si necesitas acompañamiento psicológico y legal.
En otros países de la región:
- En México, el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia ofrece ayuda en línea y vía telefónica para casos de violencia digital.
- En Argentina, se puede recurrir a la Línea 144 y también al programa “ACCIÓN” que aborda la violencia en entornos digitales.
- En Colombia, la Fiscalía General ha abierto unidades especializadas en ciberdelitos con enfoque de género.
Además, organizaciones como Luchadoras MX, TEDIC Paraguay o Derechos Digitales ofrecen materiales, guías y asesoramiento desde una perspectiva feminista.
Porque lo digital también es real
La violencia digital no es menos grave por no dejar marcas visibles. Sí deja huellas: en la salud mental, en la autoestima, en la libertad de expresión, en el derecho a ocupar espacios sin miedo. Por eso es urgente que dejemos de minimizarla, que la nombremos y que exijamos respuestas. Porque para muchas mujeres, internet no es un refugio, sino otro campo de batalla. Y merecemos navegar, expresarnos y existir también en lo digital sin miedo.