Inspiración, dolor y superación definen la vida de Zoe Saldaña. La reconocida actriz, galardonada con el Oscar a Mejor Actriz de Reparto por su papel en la polémica Emilia Pérez, es ejemplo de resiliencia. Criada en Queens, Nueva York, su infancia estuvo marcada por la tragedia.
A los nueve años, la muerte de su padre en un accidente de tráfico cambió su mundo. La pérdida de esa figura clave dejó un vacío irreparable. Su madre, devastada por el dolor, tomó la difícil decisión de enviar a Zoe y a sus hermanas a la República Dominicana. Este cambio forzado trajo consigo retos inesperados para la joven.
El traslado no alivió el dolor. Aunque la familia apostó por una educación privada, Zoe sufrió acoso por su origen y situación económica. La burla de sus compañeros sumó otra herida en su ya frágil mundo. A eso se sumaban las dificultades en la escuela debido a la dislexia y el TDAH que la acompañaban desde pequeña. Cada obstáculo fortalecía su determinación.
Aun así, estos obstáculos moldearon el carácter de Saldaña. En una entrevista concedida a People en 2016, señaló que cada reto de su infancia le enseñó a enfocarse en lo esencial y a no rendirse ante las adversidades. La actriz también enfatizó, en otra conversación con Variety en 2018, que su disciplina y convicción en seguir formándose han sido claves para abrirse paso en la industria del cine.
Con el paso de los años, Saldaña dejó atrás las inseguridades de la niñez y empezó a destacar en producciones de gran popularidad. Gracias a su perseverancia y a esa mezcla de determinación forjada en la infancia, construyó una carrera notable en Hollywood, consolidándose como uno de los rostros más versátiles de la pantalla.
“Soy una hija orgullosa de padres inmigrantes, con sueños y dignidad y manos trabajadoras”, dijo hace unos días al ganar su primer Óscar, como Mejor Actriz de Reparto. Y agregó: “Soy la primera estadounidense de origen dominicano en aceptar en un Premio de la Academia, y sé que no seré la última”. Su madre y su abuela la miraban desde el público.